30 de septiembre de 2012

Antonin Artaud y el redescubrimiento del hombre



Yo, soy mi hijo, mi padre, mi madre y yo mismo. Pero no entré en este mundo por las puertas de la matriz. Mi nacimiento ha sido una lucha horrible, una guerra espantosa, un pecado sin nombre.


Así define el poeta, dramaturgo y actor francés, Antonin Artaud, su llegada al mundo de los mortales. Las infinitas experiencias que acompañan su vida desde la niñez, plagada de dolores y paranoias, germinan en él una inusitada concepción artística, descrita como una locura por los médicos, que con electrochoques, minaron su talento, lleno de desequilibrada lucidez, incomprendida por la sociedad de su tiempo pero admirada por el teatro de la posteridad.


Su visión maniqueísta del mundo inmerso en excesivas devociones y escépticas decepciones, la refleja desde su pensamiento, hasta el punto de cavilar incesantemente hacia las profundidades del alma humana en busca de encontrarse con su impronta para comenzar un redescubrimiento en pro de una segunda nueva creación de percepciones en el ser humano, basadas en la sinceridad completa, el abandono de de los prejuicios, los conceptos radicales y el éxodo de todos los sistemas que desdibujan la realidad de la especie humana.


Los dolores físicos y las afectaciones mentales, hacen que Artaud conciba una nueva estética teatral alejada de los convencionalismos y las puestas en escena habituales entre los dramaturgos para manifestar al público su particular método de auto purificación; algo que Artaud practicó en los escenarios, los estudios cinematográficos y los centros de reposo mental, que tanto odió en vida. Y fue allí, donde aprendió a refugiarse en los abismos de su propio ser.


Una obra llena de sangre y violencia interna, es resumida en una sola palabra: CRUEL. Con este fundamento filosófico, surge el Teatro de la Crueldad, que con el tiempo sentaría las bases de las vanguardias del siglo XX. Para Antonin Artaud, la misión del teatro es influenciar al espectador, por lo que él utiliza para sus obras, mezclas de luz y ejecuciones sonoras extrañas que causan violentas reacciones físicas en la audiencia.

La supresión del texto hablado innecesario, contribuye a captar toda la atención del espectador con las expresiones gestuales, como lenguaje único capaz de impulsar al ser humano a que descubra su esencia tras destrozar la máscara de su ficticia realidad, en términos físicos y de pensamiento. 

Ésta combinación de movimientos y gestos marcados por el actor así como la eliminación de decorados y escenarios fabricados, obliga a los asistentes a confrontar su fuero interno, su moralidad, su hombre interior, para liberar el inconsciente personal y colectivo, aún en contravía de las razones de la lógica.

Su obra propone al espectador un cuadro surrealista, casi irracional y mágico que lo lleva a hacer conciencia de la violencia y la crueldad que dominan las fuerzas naturales de su interior, cuyo inconsciente desea ardientemente liberarse mediante sangrientas y chocantes imágenes físicas llenas de plasticidad y estética dramática.

Al igual que Antonin Artaud en su época, los seres humanos buscan actualmente encontrar razón de sí mismos, con sus debilidades, anhelos y pasiones que los inquietan constantemente pero que a su vez, les atraen enormemente. 

El recuerdo de una infancia marcada por el dolor o quizá por la alegría, como la de Artaud o la de muchos otros, guía las pisadas del hombre rumbo a un abismal futuro y sin que éste pueda escapar de su inevitable destino: Hallarse dentro de sí.

Tal vez sea demasiado pretensioso sacar a flote todos los sentimientos y emociones represados de años en un solo acto pues se ha aprendido a expresar las cosas “como es debido” sin tener en cuenta la particularidad subjetiva del individuo o la unicidad del momento presente. Cada ser con todo lo que atesora dentro de sí , procura desalienarse de las desviaciones que, voluntaria o involuntariamente, ha aceptado como propias, las cuales lo han llevado a sentirse (y a verse) como un infeliz.

Así como Vincent Van Gogh, el genial pintor holandés, a quien Artaud calificó como “el suicidado de la sociedad” (de su sociedad), todos sin excepción, buscamos ese lugar donde se encuentra el verdadero yo humano, con toda la determinación que esto implica, hasta llegar al punto de despojarse de la  tranquilidad que brindan las seguridades y certezas alcanzadas durante años por un mundo nuevo, lleno de enigmas e incertidumbres por desafiar, pero más realizante.

Un viaje hacia un lugar desconocido, una profesión diferente, la aventura de un amor incipiente, un menor salario o de pronto, un fracaso inminente, son factores que nos atemorizan e inmovilizan. Y así sucede no porque el destino lo proyecte de tal manera sino porque cada uno ha decidido conformarse al pragmatismo de lo fácil y lo conocido sin arriesgarse a cambiar su sociedad cambiándose primero a sí mismo.

Sin entrar a discutir la conveniencia o la normalidad de las impresiones de Antonin Artaud, su legado es útil para recordar que la principal causa del hombre es el hombre mismo, capaz de ingeniar cosas asombrosas, de sentir profundamente, de amar sin límites, y hasta de saber morir para luego vivir con intensidad.

Por lo demás, cada uno dentro de las posibilidades de su mente, es quien establece los límites para la propia realización con el infinito deseo, no de llegar a ser, sino más bien de descubrir cómo es en realidad, para a partir de ese punto, imponerse la única ocupación válida para el hombre de todos los tiempos: Rehacerse a sí mismo.

28 de septiembre de 2012

En la oscuridad




Tus ojos en su silencio adormecido

Me insinúan el misterio que te envuelve.


Cual Ícaro rebelde e incansable

Volaré hasta ellos,

Subiré a sus ventanas

Y observaré inquieto

Pero seguro

De que eres más

Que alguien en la oscuridad.


Alguien que me ayudará

A descubrir y conocer

Esa luz que anhela surgir

Como estrella rutilante

En medio de las sombras.




11 de septiembre de 2012

Paz sin omisiones



“Estamos preparados para la guerra como para la paz”. Con estas palabras el presidente Santos, anunció el inicio de las negociaciones de paz que lleven a su fin el conflicto armado que por décadas ha vivido Colombia con las consecuentes expectativas que tal suceso genera en la ciudadanía colombiana.

La atención de la prensa nacional y extranjera enfocada hacia este acontecimiento de trascendencia política, económica y social, hizo que los integrantes de los grupos negociadores entre subversión y gobierno, acapararan titulares, portadas voces e imágenes del momento para la posteridad. Pero infortunadamente, se notó la ausencia de quienes también hacen parte del conflicto y cuya notable aportación ha sido numerosa en muertes y pobreza consecuente.

Las víctimas, personas olvidadas de todas las guerras que recuerda la humanidad, brillaron por su ausencia en el espectáculo mediático que rodeó la génesis del camino a la paz tan anhelada desde tiempos remotos.

No hubo fotos, voces o rostros que representaran la memoria de los miles de muertos que han dejado las balas fratricidas. Tampoco se mencionaron como medio de integración a la mesa de diálogo que empieza en octubre, en la imponente Oslo, con su afamado castillo de Akershus, el expresionismo de Munch y el parque de esculturas de Vigeland como marco cultural e histórico de tal acontecimiento.

Sólo en Colombia, alejados de la espectacularidad de los medios, las víctimas junto con sus recuerdos, se han hecho sentir de diversas maneras. Buscando respuestas a su dolor, alivio a su soledad, certeza en la inquietud o tal vez, reclamando un instante de justicia luego de muchos años de paciente y dolorosísima espera.

Otros, en medio de esas incertidumbres y desesperanzas, indagan por sus familiares desaparecidos de años, con el silencio o la indiferencia como su única respuesta. Mientras tanto, en las elegantes mesas se habla acerca de realidades que muchos de sus integrantes ignoran por decisión u omisión.

Tras la retórica presente de parte y parte, este nuevo intento de pacificación en el país debería abarcar a todos los sectores de la sociedad azotados por la violencia rural y urbana, especialmente a los menos favorecidos, a los privados de los altoparlantes de los medios, quienes aún en las más extremas condiciones, resisten los embates de la injusticia y la apatía de sus compatriotas respecto de su situación.

Los espejismos de la guerra permiten que la ignorancia crezca y el estancamiento como país sea cada vez más evidente. La voz del pueblo como víctima principal debe ser tenida en cuenta, necesita ser oída durante todo este devenir hacia el perdón y la reconciliación a fin de tener la plena convicción que no solamente cesará el sonido de los cañones y las balas, sino también se desvanecerá la desigualdad social, otro de los principales factores que generan violencia.

Cual velero en altamar, el proceso de paz para Colombia se interna en las aguas de la esperanza. El deseo de todos los que habitamos en este país, es que definitivamente se navegue hacia dicho puerto, a pesar de las turbulencias, las tormentas o los torpedos amenazantes de la memoria que surjan en el trazado.

Aquellos protagonistas de inspiraciones anónimas, quienes alguna vez estuvieron entre nosotros y cuya estela perdura, incluso en el dolor de la ausencia de sus familias, también impulsan los pequeños pasos hacia la paz, hacia la conciencia manifiesta que nos haga comprender, como advierte Liev Tolstói en su inolvidable Guerra y Paz, que en ésta o en cualquier otra época, siempre carecerá de sentido otra inútil efusión de sangre.

7 de septiembre de 2012

Peregrino en tierra de todos


All Alone (Iman Maleki) 

Tú, forastero
Fugaz cual estrella de Barnard
Osado frente al camino
De rostro ignorado
Persigues tu destino
Más allá del peligro
El hambre, la sed
Y el hiriente olvido.

Tu rostro humeante
Henchido de sol
Tu equipaje pleno de dudas
Y un corazón ansioso de paz
Resguardan tu caravana
Por aquellas tierras extrañas.

Miradas inquietas
Advierten tu paso
Dardos de indiferencia
Amenazan tu andar
Inclementes tormentas
Sacuden tu tienda
Voces inciertas
Retan a desistir.

Pero, tú,
Silente extranjero
Surgido de un mundo lejano 
Ciudadano del viento
Inmigrante del mar
Traspasas rutas de dolor
Senderos de aflicción
Olas de confusión
E impetuosos tus pies
Te guían al paraje anhelado.

En el pecho
Tu emblema de amor
Una flor carmesí
Alienta tu viaje
Avanza confiado!
Es cercano el final
La morada sin par
Hermosa y amable
Se abre a tus ojos

El cantar de tu gesta
Borra el silencio
Clarines de honor
Anuncian tu arribo
Una voz celestial
Espera por ti
La angustia opresiva 
Un recuerdo será
E imponente y excelsa,
Irradia por siempre su luz
La errante estrella que falta….