14 de junio de 2013

Fue



¡Mariposa Nocturna! Otra vez yo, aquí, desde mi nido. 

He pensado mucho en ti durante el tiempo reciente. Han pasado tantas cosas desde aquella vez cuando cara a cara y sin prevenciones, hablamos tan abiertamente. Y muchas inquietudes todavía me asaltan al recordar aquel hermoso pasado que quise que fuera un eterno presente pero que tristemente no pudo ser. 

Tantas veces me pregunté: ¿Quizá fue por…? ¿O tal vez se haya frustrado porque…?  ¿De pronto algo falló en…? ¿A lo mejor no se dio debido a…? Hoy pienso que quizá el responsable fui yo. Aunque de cierto, sólo tú lo sabes todo de mí, incluso que no me gusta la sociedad en que vivo.


Conociste que jamás gocé de ese jardín del que me hablabas, que no tuve amaneceres felices luego de aquel infortunio que destrozó mi corazón, que no volví a degustar el aroma de una caricia sincera y que mi única ilusión era irme contigo a casa. Pero sólo recibí tu silencio. Un silencio que nunca entenderé.


Siempre quise contarte el por qué de mis ojos tristes pero confieso que me vi tan lejano de ti pues creí que habías olvidado aquellas palabras del pasado; incluso sentí que mi presencia te fastidiaba como una piedra en tu calzado. Sin embargo, tu recuerdo estuvo ahí, tan real, tan presente, al igual que cuando me viste por primera vez en aquel atardecer bajo la sombra de aquellas ramas silvestres.


Por ello, no tengo razón alguna para molestarme contigo ni mucho menos, tengo algo qué reprocharte. Reconozco que no estuve a la altura de tu honor ni logré descubrir el verdadero tesoro que hay en ti. Lo siento mucho y te pido perdón.


Esperaría que algún día me necesites, que alguna vez me extrañes, o siquiera, me hagas saber qué sientes y qué piensas de mí. Me ayudaste a comprender que el no conquistar cumbres y ceder mi lugar a otros, también hace parte de mi vida.


Mariposa nocturna, ¿te molesta que te llame así? Nunca me dijiste si te incomodaba o no. Por favor, nunca dudes que a pesar de mis tropiezos y fallas, siempre estaré ahí, atento y dispuesto a persistir hasta el final.

Y cuando mi castillo de arena se desvanezca, cuando mi mente se pierda entre nubarrones, anhelo cruzar aquel sombrío sendero que durará cual brisa de madrugada. Es y será mi último y más profundo deseo que nadie impida mi regreso, excepto tú.


¡Hasta pronto!



No hay comentarios.:

Publicar un comentario