Y la hermana doncella, tan firme como el cedro del Líbano, me dijo:
"El apacible viento de Oriente, guiará
seguro tu espíritu hacia aquella puerta eterna donde alcanzarás la serena
plenitud, propia de los estados superiores de la conciencia.
Adiós hermano querido. ¡Todo está por vivir. Vete
en paz!
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