22 de junio de 2012

Voces virtuales, manos reales.

Foto tomada de: comunidadreal.files.wordpress.com

Un reconocido entrenador de fútbol debe dejar su cargo luego de golpear a su compañera de velada. Un joven con un futuro prometedor muere a manos de ladrones por resistirse al robo de su teléfono móvil. Un senador se niega a presentar una prueba de alcoholemia argumentando su posición de parlamentario. Un estudiante de una prestigiosa universidad muere en una infausta y lluviosa noche de halloween. Un ministro renuncia irrevocablemente después de asumir su responsabilidad en la errónea elaboración de una reforma a la constitución.

¿Suena conocido alguno caso de estos? ¿Son familiares los nombres de sus protagonistas?

Quizá haya algunas coincidencias en estos casos donde la mayor pérdida ha sido la de las vidas humanas que se truncaron violentamente. En otras, los escándalos aderezados con licor son la nota predominante. Pero lo más notorio es que estas historias han cobrado vigencia a través de los medios de comunicación merced a la acelerada globalización tecnológica e informativa que acompaña nuestros días.

Cabe resaltar la enorme capacidad de alcance de todos los medios (impresos, audiovisuales y digitales) en función de divulgar los pormenores de cada caso, cual muestra de exagerada exposición mediática a entornos ajenos a la naturaleza jurídica por la gravedad de algunos de ellos al igual que el surgimiento de especulaciones de toda clase, unas a favor, otras en contra.

Más allá de los cuestionamientos sobre ética profesional de los trabajadores de medios así como de los abogados, coprotagonistas de serie, se destaca el rol de la sociedad como actor no pasivo dentro de la realidad nacional. La indiferencia de antes ha dado paso a un despertar paulatino de la población colombiana que en diversas formas ha levantado una voz colectiva como protesta ante tantos hechos violentos y de corrupción en la administración pública.

Cuestionar la objetividad de los medios de comunicación en asuntos como estos, tomaría varias páginas y horas de discusión; sin embargo, adquiere validez el espacio brindado (tal vez ganado a pulso) para tratar en detalle dichos sucesos en columnas de opinión, blogs, estaciones radiales, canales de televisión y sitios web a través de las redes sociales, el boom del nuevo milenio.

Y es la actitud decidida de los ciudadanos de a pie, quienes con su voz virtual o su pensamiento plasmado en caracteres que unen voluntades, han hecho posible que se haga conciencia de la necesidad de cambiar en momentos de crisis.

Foto tomada de: comunidadreal.files.wordpress.com

La primavera árabe, los movimientos de indignados en Europa y Estados Unidos así como las protestas estudiantiles en Francia y Chile, son algunos ejemplos venidos del extranjero que han inspirado no solamente a la gente del común sino también a los propios medios en procura de reinterpretarse en su labor como parte integrante de transformación en la sociedad colombiana.

Winston Churchill sentencia que para cambiar se requiere valor, valor para levantarse y hablar; pero a pesar de las diferencias entre unos y otros, también se necesita valor para sentarse y escuchar, una virtud lejana para nuestro entorno.

 

Ojalá estas y otras historias mencionadas muchas veces o tal vez ninguna, como la de Liliana Lizarazo, madre del joven grafitero de 16 años Diego Felipe Becerra, cuya muerte aun sigue sin esclarecerse, perduren en la memoria de aquellos altavoces de una sociedad conminada a verse tal y como es, a perdonarse a sí misma por sus acciones u omisiones de cara a un cambio tan exigente como anhelado.

13 de junio de 2012

Jugadas desde la banca


Los Cambistas
Anónimo flamenco
(S. XVII)

Las recientes noticias de la ayuda financiera que el eurogrupo brindará al reino de España, que también nos recuerda el reciente pasado griego, portugués e irlandés, revelan que los temores a una aguda crisis económica de magnitudes parecidas a la de 2008, dejaron de serlo para convertirse en realidad.

Expertos en el tema analizan a profundidad las causas reales y los efectos a futuro en la economía española merced a lo que el presidente Rajoy, quizá por cuestiones de conveniente retórica, evita llamar “rescate”. Para ellos, lo acordado entre Madrid y Bruselas, para rescatar los bancos españoles, no es la solución definitiva pues quedan muchos aspectos por reglamentar y modificar. Mientras tanto, los ciudadanos con muchas incertidumbres, observan la escena.

Ejemplos como los plasmados en estos países, que en su pasado reciente, fueron estables económicamente, pueden ser un espejo donde nos veamos reflejados a nosotros mismos como sociedad. Índices de desempleo que llaman la atención, falta de dinero circulante, difícil acceso a créditos bancarios, entre otras señales de crisis financiera, pueden mostrar en nuestro horizonte un panorama similar al vivido por aquellos países de la eurozona antes de afrontar su crisis.

La implementación del tratado de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos junto con sus consecuencias a corto y largo plazo, los reajustes salariales, recortes de personal, cierre de las pocas empresas nacionales, la baja demanda por parte del mercado, los efectos de la globalización cada vez más acelerada y el incremento de la deuda pública, son factores que si bien, no deben causar pánico, sí deben estar en la mira de todos.

Los valores de endeudamiento externo del país, según el Banco de la República, suman más de 76 mil millones de dólares, con un porcentaje del 57% del total de deuda pública colombiana. Estas cifras, de por sí alarmantes, debido a su progresivo crecimiento, ubican al país en la línea de economías emergentes que ondulan en el péndulo del crecimiento o la recesión.

Y es el ciudadano de a pie, el que carece de información económica precisa, quien se inquieta más por su futuro cercano, por su estabilidad laboral con todo lo que ello implica a nivel económico, familiar y social.

En medio de las protestas surgidas por el incremento del paro (desempleo), la supresión de subsidios y subvenciones estatales, los ciudadanos españoles envían una señal que indicaría algo para nosotros a futuro. El rescate que el gobierno Rajoy ofrece a la banca y que a su vez niega pero que tácitamente reconoce y acepta bajo las condiciones de la troika europea, el BCE, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, se hará a costa de nuevos impuestos y mayores recortes en sectores tan fundamentales como la salud, la educación o las pensiones.

A hoy, en Colombia estamos a tiempo de establecer desde nuestras propias casas, moderados hábitos de consumo, no influenciados por imaginarios colectivos ideales que enmascaran una realidad tan latente como la propia responsabilidad de mantener una calidad de vida acorde con nuestras posibilidades que no es solamente cuestión de los dirigentes que deciden las formas de hacer viable el país en materia financiera. Es un compromiso consigo mismo y con el entorno.
E invocando términos del fútbol que por esta época capturan la atención desde la Europa central y oriental, las recientes jugadas de la economía del continente indican que la deuda exagerada parece no ser el mejor sistema para lograr el deseado marcador. 

Porque cada país se expone a que su equilibrio financiero, sus programas y proyectos estatales y hasta el equilibrio emocional y la estabilidad de sus ciudadanos en el futuro, queden exclusivamente en manos de terceros. Pues como lo afirma el Vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario Europeo para la Competencia, el español Joaquín Almunia, quien da dinero nunca lo da gratis, pues pone condiciones y quiere saber qué se hace con su dinero”.

4 de junio de 2012

En nombre de las Rosas

(Elegance 0052 - Rob Hefferan)

Atroz, criminal, salvaje, inhumano, cruel, entre otros, han sido los calificativos que hemos captado luego de conocer el horrendo crimen cometido contra Rosa Elvira Cely en un parque de Bogotá. Ahora, luego de la oleada social e informativa derivada, se hace urgentemente necesario, contemplar en perspectiva la magnitud real de este hecho para que como tantas veces hemos expresado a través de diversos medios, casos como éste jamás vuelvan a ocurrir.

Jorge Luis Borges expresa que somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes y un montón de espejos rotos. Tenemos en nuestras manos, el poder de recordar en procura de construir un mejor porvenir. Y es que situaciones violentas similares a las vividas por esta madre colombiana, son asuntos constantes en nuestro país. En la marcha realizada este domingo 3 de Junio, la alta consejera para la Equidad de la Mujer, Cristina Plazas, recordó que en el 2.011 se registraron más de 50 mil actos de violencia de todo tipo contra las mujeres. Una cifra de por sí alarmante.

Pero no se trata solamente de mostrar ante los medios de comunicación, la efusividad de momento por el dolor que produce conocer en detalle lo que sucedió sino también comprender cuál es nuestro rol dentro de la sociedad colombiana, considerada por algunos, una sociedad tan enferma como desesperanzadora. Sin embargo, queda mucho por hacer al respecto. Aunque unos pocos inadaptados piensen lo contrario.


Una ocasional exteriorización de sentires como protesta frente a la violencia hasta el presente, no ha sido suficiente. Es preciso no olvidar a las miles de víctimas que al igual que la estudiante del colegio Manuela Beltrán de Bogotá, vivieron, o peor aún, viven hoy sometidas (contra su voluntad) a los caprichos de sus agresores. Llevar en la memoria a aquellas mujeres que ya no están físicamente y a quienes llevan en sus cuerpos y almas, las marcas de la barbarie humana demostrada de formas muy diversas, debe tomarse como nuestra primera responsabilidad.

Lamentablemente, nuestra indiferencia, el olvido social, la evidente discriminación, los estereotipos tan marcados en torno a la belleza y lo culturalmente admisible así como la falta de denuncias por parte de las víctimas y la ineficacia en el sistema judicial colombiano, han permitido que se repita una y otra vez esta clase de sucesos que concluyen con la reunión de voces indignadas ante la aparición de un nuevo caso, que va más allá de ser una simple estadística.

Y ante tantas décadas de violencia en Colombia que ha dejado generaciones malogradas, es tiempo de despertar realmente nuestra conciencia individual y colectiva sobre las reiteradas y múltiples formas de violencia que ante nuestra mirada aún perjudican a nuestras madres, hermanas, hijas, esposas, compañeras y amigas.

Quizá el conocer a fondo estas dolorosas historias, nos haga conocer esa otra forma de violencia contra las mujeres como lo es la indolencia social, donde todos somos como ese montón de espejos rotos a los que se refiere Borges, en donde nadie puede mirarse a sí mismo o siquiera reconocerse como humano.

La muerte de Rosa Elvira Cely se suma a una larga lista de víctimas (muchas de ellas anónimas) producida por la intolerancia, el conflicto armado y las otras formas de violencia presentes en nuestro país. Para algunos sólo será un número más; para otros, tal vez una forma de captar audiencias. Pero para la mayoría de colombianos (si no, todos) debe ser un llamado a educar a nuestras niñas y niños frente a los fenómenos violentos que directa o indirectamente nos han afectado en un momento de la vida.

Como expresa Jhon Donne, estamos ligados por nuestra humanidad, una condición que nos permite ser capaces de comprender la tragedia ajena, el dolor cotidiano y el clamor de justicia. Ése vínculo indisoluble será nuestro alegórico Hilo de Ariadna que nos guiará a la salida del laberinto, conscientes de que no somos islas completas en nosotros mismos porque si algún ser humano muere, ésa muerte nos golpea, nos hiere y también nos disminuye a todos.