
Entre agudos sonidos de trompeta, oscuros murmullos de batalla y dorados
cantos de doncellas, el valiente heredero de la guerra sin nombre, coronado de
infortunios y pleno de esperanzas, afirma la mirada de su trémula voz. Y sus palabras errantes, cuales aves de otoño, se elevan ante la majestuosidad de la
rojiza colina de oriente…
¿Hasta cuándo dejará de esperarse
El arribo del atalaya de paz?
¿Hasta cuándo veré en esplendor,
La majestad de mi extraña utopía?
¿Hasta cuándo las manos
inquisidoras,
Ejecutarán su infame legado?
¿Hasta cuándo los fuertes
vientos,
Desolarán mi barca azotada?
¿Hasta cuándo la amarga
apatía,
Avivará las brasas de la
injusticia?
¿Hasta cuándo la piedra
indolente,
Golpeará la suave azucena?
¿Hasta cuándo dejarás que tu
solemne silencio,
Agobie hasta el fin mi frágil
esperanza?
¿Hasta cuándo deambulará
acechante
La infame crueldad por campos y
villas?
¿Hasta cuándo dejaré al cuidado
del ocaso
La absurda creencia de comprender
mis derrotas?
¿Hasta cuándo entenderá el
terrenal
Que su mayor tesoro reposa en otro
lugar?
¿Hasta cuándo lucharé cual
valiente samurái
Contra el vestigio de
mis perpetuas derrotas?
¿Hasta cuándo el látigo del
verdugo,
Castigará la dulce inocencia?
¿Hasta cuándo aquella palabra
ausente
Arribará a mi puerta desierta?
Escrito mientras espero...
ResponderBorrar