A la memoria de mis mayores y evocando a Donne, te digo
en este soneto sagrado: ¡Oye Muerte! Resigna tu orgullo. Algunos te llaman poderosa
y temible pero nada de eso eres. Porque aquellos a quienes pensaste que
derribabas no han muerto. ¡Pobre de ti, muerte! Pues ni aún tú podrás matarme…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario