19 de octubre de 2012

Siento...



Novecientas catorce estaciones he recorrido en este nebuloso trayecto que ha marcado mi ruta desde esa lluviosa tarde cuando el incesante reloj marcaba el último segundo de aquella vida que como agua entre las manos, se disipó para siempre.

Hoy, vuelo en las alas del recuerdo, de la nostalgia, quizá visto como un sutil niño en su escondite caprichoso con el deseo de hallar en su interior, ese refugio de antaño, transformado ahora en una inmensa cueva inhabitada que amplifica las voces del dolor estruendoso pero sanador.

Mi Ángel en sueños de paz, mi refugio en soledad: Tu rostro de sol en noches de penumbra disipa mis dudas, consuela mi alma y en tu regazo, respiro el fragante aroma de tu nueva morada, un hogar de quietud que guardará tu inmortal eternidad.

Madre, sé qué también estuviste ahí. 


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